jueves, 21 de diciembre de 2017

Sueños

Simplemente no lo puedo entender, como es que una aparición tan efímera, tan breve, podría dejar una pequeña espina metida en la piel. Tratar de jugar a ser quien no se es a veces puede ser un riesgo.
La normalidad de la vida con sus rutinas maquinales, se pausa, se convierte en sueño, en fantasía, en una película de ficción que dura un rato y después... ¿y después?... Despertar de un sueño hermoso es así, la decepción de abrir los ojos y entender que lo que estuvo sucediendo no era real.
A veces los sueños se borran de la memoria en un instante. Pero a veces no. A veces quedan grabados.
Y seguir en la línea, "no te distraigas con pavadas", concentrarse en la producción, hay que mantener el engranaje girando. Con los resultados de una vida de elecciones. Con el sabor amargo del potencial hubiera o hubiese.
"Es tu elección, hacete cargo", si si, ya sé... pero el sueño... fue tan real...


Música de ocasión: Héroes del Silencio, Oración

 

domingo, 6 de abril de 2014

La máquina del tiempo

Miré hacia atrás... conociendo las consecuencias que eso trae... lo hice...

Si bien el pasado es eso, pasado, creo que también es presente. Es una parte de la esencia que nos conforma como personas, que moldea nuestro carácter y nuestros valores. Pero claro, uno generalmente no anda por la vida analizando cuáles son los elementos que determinan sus decisiones, sus elecciones, sus maneras de actuar, de pensar, de decir, etc; uno simplemente actúa, reacciona frente a un estímulo de manera casi automática y es esa reacción la que viene premoldeada, entre otras cosas, por el pasado.
Y tal vez ese pasado (a esta altura el protagonista de este post) no solo haya influido en nuestra composición como personas, sino que probablemente y de manera muy disimulada, casi imperceptible, también lo haya hecho en otros, en eventuales compañeros de viaje...
Y ahí anduve yo, jugando a la máquina del tiempo, a recordar, a hurgar en esa madeja extraña que llamamos pasado, tratando de recrear olvidos, de forzar imágenes que se habían borroneado, de entender símbolos raros que estaban postergados.
Y a fuerza de insistir, de revolver, encontré un tramo oscuro del camino, un segmento que mi corazón había ocultado.
Y ya situado en ese lugar, observé el recorrido, las decisiones tomadas, las idas y vueltas de un adulto a la fuerza... Y una vez mas me pregunté ¿por qué?, habiendo tantas maneras de resolver las situaciones, ¿por qué tenía que elegir la mas difícil?, ¿por qué siempre por el camino mas largo?, ¿por qué encarar los obstáculos de frente, pudiéndolos esquivar?... ¿y porqué tengo la lamentable certeza de que, si hubiera ocasión, volvería a actuar de la misma forma?
Ya metido en la zanja hasta la cintura, sentí el mismo sabor amargo que creía olvidado. Volví a sentir esa decepción conmigo mismo que hacía mucho no sentía.
Creo que, a pesar del dolor recreado, necesitaba esa mirada hacia atrás, ese cierre aliviador.

Decidí salir de esa hipnosis y volver al presente, que me hace sentir mucho mejor.

Me traje un poco de piel de gallina de ese viaje, una pequeña cicatriz que probablemente me acompañe en adelante.

sábado, 29 de marzo de 2014

Dónde estoy?

La mutación fué muy sutil, casi imperceptible. De a poco las obligaciones comenzaron a ganar terreno, el trabajo con su lógica competitiva demanda plena atención, quitándole espacio a la vida...
La fotografía, pasión que alimentaba mi alma, de pronto enmudeció...
Un momento para leer un libro, para salir a sacar fotos, para dormir una siesta, para mirar una película, para lavar el auto, para pensar en nada, para escuchar música, para estar una hora en la ducha, hoy es casi un privilegio. Me cuesta mucho tener un momento de esos sin pensar que estoy desperdiciando el tiempo. Tiempo... recurso que últimamente anda escaseando por acá....
He perdido un poco de mí, lo acepto... me recuerdo hace unos años atrás y siento cierta nostalgia. Añoro un poco al inmaduro soñador que fui.
Pero también sé que esta psicosis frenética que impone mi Buenos Aires querida para poder sobrevivir es sólo un momento, un poco largo, si, pero es sólo un momento. Es un recurso que necesito para alcanzar el cambio ansiado.
Parece que no, pero estoy. En algún lado estoy, detrás de este gran disfraz.


Música de Ocasión: Al mundo le falta un tornillo, de Enrique Cadícamo, por Julio Sosa.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Los fachos de la red

Desde 2008, cuando se desató el conflicto entre el gobierno y las entidades gremiales del "campo", las redes sociales alcanzaron una centralidad que ya no abandonarían. De hecho, fueron la principal herramienta utilizada para convocar a la marcha de protesta contra el gobierno nacional el 13 de septiembre de 2012 e incitaron al kirchnerismo a propiciar brigadas de internautas que se batían a duelo en el ciberespacio. Las web de los medios de comunicación se convirtieron en cajas de resonancia de la discusión política, pero también de los insultos y de los agravios. La peor versión de la lucha política se dasarrolló desde las computadoras. El anonimato facilita el lanzamiento de injurias.
En plena pelea por la aplicación de la resolución 125 me planteé algunos interrogantes sobre los emisores de esos mensajes cargados de ira: ¿son tantos como parecen? ¿Son gente común que va al trabajo, hace el amor, ayuda a sus hijos con las tareas escolares y antes de acostarse dedican unos minutos a internet? ¿Son todos como esos jóvenes musculosos que levantan el brazo derecho en los actos organizados por Cecilia Pando? ¿O se trata de ciudadanos honestos que pagan sus impuestos y escriben comentarios en la páginas virtuales de los medios como su mejor manera de participar en política? ¿Estaban desde antes o aparecieron todos después de la disputa entre el gobierno y las entidades del "campo"? ¿Por qué, si nosotros tenemos tantas dudas, ellos exhiben certezas? Son los fachos de la red, los titanes de internet, los justicieros.
Cuando se enojan -y todo el tiempo se enojan-, son incansables, hirientes, jodidos. Además, aunque suenen confusos o demuestren manifiestos problemas de expresión, están convencidos. Están muy convencidos, y eso es lo importante. Desde esa convicción de hierro insultan, amenazan y prometen todo tipo de represalias contra el autor de la nota que los ha enardecido o contra otros comentaristas. Dicen, por ejemplo, que mas temprano que tarde -perdón Salvador Allende- harán tronar el escarmiento. Son duros. Adoran las chicanas. Evitan discutir argumentos. Se ocultan en el anonimato que permite la horizontalidad de la web -una de las grandes virtudes de internet, por cierto-, y desde las sombras disparan contra el traidor, el débil, el vendepatria. De esa manera hacen justicia virtual. Transforman sus teclados en espadas vengadoras. Disparan comentarios como misiles.
Parados sobre sus banquitos invisibles levantan los dedos acusadores. Dan lecciones de periodismo, historia y alta política. Se ubican a la izquierda o a la derecha de la pantalla. Depende del día, depende del tema. Cada tanto exigen indignados: "¿Por qué no hablan mas de inseguridad?". "Nos están matando a todos", advierten citando números y encuestas. Siempre tienen razón. Quién no piense como ellos está equivocado. Quién no acuerde con su opiniones es el enemigo, o un escriba pagado por el gobierno o un mercenario bancado por la oposición y las multinacionales, un agente de la patria mediática, un miembro de la sinarquía internacional o un comunista solapado. Depende del tema, depende del día. Como decía mi abuela: cree el ladrón que todos son de su condición.
Eso sí, no admiten medias tintas. quieren que todos se definan. Es blanco o es negro. En realidad quieren mas blanco que negro. Se indignan por el hambre pero abominan de los hambrientos. Se conmueven de la desigualdad pero repudian los métodos de reclamo popular. Creen que todo aporte del Estado a los sectores carecientes es como darles margaritas a los chanchos. Afirman que todo dirigente social está comprado. Que todos los empleados públicos son vagos. Gozan con la división. Creen que estamos en guerra y que es necesario elegir bando. No rescatan a nadie. Ven en cada error una conspiración.
Forman una rara legión imposible de clasificar por sus ideas. Hay kirchneristas doloridos y antikirchneristas virulentos. Hay gorilas de todo pelaje y peronistas de cualquier sector. Hay liberales y golpistas. Todos unidos por la intolerancia. Algunos hasta se animan a levantar las banderas del racismo. Participan de una suerte de vale todo verbal.
Algunos temas los ponen especialmente locos: las notas sobre condenas a represores -sugiero repasar los comentarios que suscitaron en la web por el traslado de Jorge Rafael Videla a una cárcel común-; la defensa de la programación familiar o el debate sobre la despenalización del aborto. Una nueva ley sobre la regulación del consumo de drogas despierta un tsunami de comentarios rabiosos e ignorantes. El aumento de la Asignación Universal por Hijo es un "subsidio para coger". El ranking sigue con los insultos a la presidenta, las puteadas a los periodistas "de la Corpo", los despistes de los piqueteros, los aciertos de los K, los enchastres de los K.
Son los fachos de la red. Los titanes de internet, los que garantizan ciento por ciento luchas debajo de cada nota.
Conviene no hacerlos enojar.

lunes, 8 de julio de 2013

¿ ?

A menudo me pasa que pienso en este blog como una parte de mí... Tal vez suene como una exageración (tal vez lo sea), pero siento este blog, este "El último disparate", realmente como una parte de mí... Cuando abrí este blog, lo hice casi por necesidad, porque tenía muchas cosas para decir. Después lo cerré, después lo volví a abrir, y así fue mutando sus formas según mis diferentes estado de ánimo.
Me sirvió como herramienta de comunicación y de desahogo. Será por eso entonces que lo siento de esa forma, como una parte de mí.
Me sirvió, me fue muy útil.
Y hace mucho que me siento casi en la obligación de publicar algo, lo que sea, pero algo ¡¿cómo puede ser que haga casi un año que no publico nada?!
La cuestión es que últimamente no se me ocurre nada para publicar. Lisa y llanamente. Nada. No es que haya abandonado mi querido Último Disparate, o que lo haya dejado de querer. Es simplemente que ya no estoy desesperado por decir esas cosas, por gritar eso que tanto necesitaba gritar. Y esa falta de necesidad hace que no se me ocurra nada...
Si todavía queda algún eventual lector, espero que no se sienta decepcionado.

miércoles, 24 de octubre de 2012

El último vaivén del mar

Los perfumes, los himnos órficos, las algalias en primera y en segunda acepción... Aquí olés a sardónica. Aquí a crisoprasio, Aquí, esperá un poco, aquí es como perejil, pero apenas, un pedacito perdido en una piel de gamuza. Aquí empezás a oler a vos misma. Que raro, verdad, que una mujer no pueda olerse como la huele el hombre. Aquí exactamente. No te muevas, dejame. Olés a jalea real, a miel en un pote de tabaco, a algas, aunque sea tópico decirlo. Hay tantas algas, la Maga olía a algas frescas, arrancadas al último vaivén del mar. A la ola misma. Ciertos días el olor a alga se mezclaba con una cadencia mas espesa, entonces yo tenía que apelar a la perversidad -pero era una perversidad palatina, entendé, un lujo de bulgaróctono, de sensecal rodeado de obediencia nocturna-, para acercar los labios a los suyos, tocar con la lengua esa ligera llama rosa que titilaba rodeada de sombra, y después, como hago ahora con vos, le iba apartando muy despacio los muslos, la tendía un poco de lado y la respiraba interminablemente, sintiendo como su mano, sin que yo se lo pidiera, empezaba a desgajarme de mí mismo como la llama empieza a arrancar sus topacios de un papel de diario arrugado. Entonces cesaban los perfumes, maravillosamente cesaban y todo era sabor, mordedura, jugos esenciales que corrían por la boca, la caída en esa sombra, the primeval darkness, el cubo de la rueda de los orígenes. Sí, en el instante de la animalidad mas agachada, mas cerca de la excreción y sus aparatos indescriptibles, ahí se dibujan las figuras iniciales y finales, ahí en la caverna viscosa de tus alivios cotidianos está temblando Aldebarán, saltan los genes y las constelaciones, todo se resume a alfa y omega, coquille, cunt, concha, con, coño, milenio, Armagedón, terramicina, oh callate, no empecés allá arriba tus apariencias despreciables, tus fáciles espejos. Que silencio tu piel, que abismos donde ruedan dados de esmeralda, cínifes y fénices y cráteres...

sábado, 24 de marzo de 2012

Torpeza de principiante

Si bien desde hace algunos años, la fotografía es una parte de mi vida, si bien le dedico bastante tiempo, he hecho varios cursos, tengo bastante práctica, etc... esta semana cometí un error digno de un fotógrafo principiante, de un aficionado.
Uno de los objetivos de la fotografía es inmortalizar momentos, que la imagen quede viva para siempre, al menos impresa en un papel. Pero como cualquiera que alguna vez haya agarrado una cámara con motivos creativos sabe, los momentos, las escenas, no nos esperan. Si uno deja pasar ese momento, lo mas probable es que pierda la oportunidad de tomar esa foto, de inmortalizarlo.
Y ese es exactamente el error que yo cometí. El lunes pasado, cuando iba a mi trabajo, vi algo que debí fotografiar en ese mismo momento: sobre una de las entradas a la 1ª Brigada Aérea de El Palomar (la base de Palomar, casualmente lugar donde hice la secundaria), al lado de las conocidas "alitas" de la Fuerza Aérea Argentina, y sobre una pared muy blanca, un grafiti, en vivos colores azul y rojo denunciaba: "DESDE AQUÍ SALIERON LOS VUELOS DE LA MUERTE". Y reclamaba con firmeza: "¡JUICIO Y CASTIGO!".
No tomé la foto, poniéndome como excusa que estaba llegando tarde a mi trabajo, que no había lugar para estacionar, que lloviznaba, etc... excusas...
Me decepcioné a mi mismo cuando al otro día pasé por el lugar, cámara en mano, y la pared había sido nuevamente pintada de blanco. Me sentí un irresponsable.
Me consuela saber que en la memoria de la persona que escribió ese grafiti, como en la de muchas otras personas, esas escenas sí quedaron inmortalizadas. Fueron grabadas a fuego y nunca se borrarán.
Pido disculpas por mi torpeza.


Perdón por la ovbiedad, La Memoria, León Gieco.