domingo, 6 de abril de 2014

La máquina del tiempo

Miré hacia atrás... conociendo las consecuencias que eso trae... lo hice...

Si bien el pasado es eso, pasado, creo que también es presente. Es una parte de la esencia que nos conforma como personas, que moldea nuestro carácter y nuestros valores. Pero claro, uno generalmente no anda por la vida analizando cuáles son los elementos que determinan sus decisiones, sus elecciones, sus maneras de actuar, de pensar, de decir, etc; uno simplemente actúa, reacciona frente a un estímulo de manera casi automática y es esa reacción la que viene premoldeada, entre otras cosas, por el pasado.
Y tal vez ese pasado (a esta altura el protagonista de este post) no solo haya influido en nuestra composición como personas, sino que probablemente y de manera muy disimulada, casi imperceptible, también lo haya hecho en otros, en eventuales compañeros de viaje...
Y ahí anduve yo, jugando a la máquina del tiempo, a recordar, a hurgar en esa madeja extraña que llamamos pasado, tratando de recrear olvidos, de forzar imágenes que se habían borroneado, de entender símbolos raros que estaban postergados.
Y a fuerza de insistir, de revolver, encontré un tramo oscuro del camino, un segmento que mi corazón había ocultado.
Y ya situado en ese lugar, observé el recorrido, las decisiones tomadas, las idas y vueltas de un adulto a la fuerza... Y una vez mas me pregunté ¿por qué?, habiendo tantas maneras de resolver las situaciones, ¿por qué tenía que elegir la mas difícil?, ¿por qué siempre por el camino mas largo?, ¿por qué encarar los obstáculos de frente, pudiéndolos esquivar?... ¿y porqué tengo la lamentable certeza de que, si hubiera ocasión, volvería a actuar de la misma forma?
Ya metido en la zanja hasta la cintura, sentí el mismo sabor amargo que creía olvidado. Volví a sentir esa decepción conmigo mismo que hacía mucho no sentía.
Creo que, a pesar del dolor recreado, necesitaba esa mirada hacia atrás, ese cierre aliviador.

Decidí salir de esa hipnosis y volver al presente, que me hace sentir mucho mejor.

Me traje un poco de piel de gallina de ese viaje, una pequeña cicatriz que probablemente me acompañe en adelante.

sábado, 29 de marzo de 2014

Dónde estoy?

La mutación fué muy sutil, casi imperceptible. De a poco las obligaciones comenzaron a ganar terreno, el trabajo con su lógica competitiva demanda plena atención, quitándole espacio a la vida...
La fotografía, pasión que alimentaba mi alma, de pronto enmudeció...
Un momento para leer un libro, para salir a sacar fotos, para dormir una siesta, para mirar una película, para lavar el auto, para pensar en nada, para escuchar música, para estar una hora en la ducha, hoy es casi un privilegio. Me cuesta mucho tener un momento de esos sin pensar que estoy desperdiciando el tiempo. Tiempo... recurso que últimamente anda escaseando por acá....
He perdido un poco de mí, lo acepto... me recuerdo hace unos años atrás y siento cierta nostalgia. Añoro un poco al inmaduro soñador que fui.
Pero también sé que esta psicosis frenética que impone mi Buenos Aires querida para poder sobrevivir es sólo un momento, un poco largo, si, pero es sólo un momento. Es un recurso que necesito para alcanzar el cambio ansiado.
Parece que no, pero estoy. En algún lado estoy, detrás de este gran disfraz.


Música de Ocasión: Al mundo le falta un tornillo, de Enrique Cadícamo, por Julio Sosa.