viernes, 28 de octubre de 2011

Las leyes de la belleza

(...) ¿Pero un acontecimiento no es tanto mas significativo y privilegiado cuantas mas casulidades sean necesarias para producirlo?
Sólo la casualidad puede aparecer ante nosotros como un mensaje. Lo que ocurre necesariamente, lo esperado, lo que se repite todos los días, es mudo. Sólo la casaulidad nos habla. Tratamos de leer en ella como leen las gitanas las figuras formadas por el poso del café en el fondo de la taza.
(...) No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos. Si el amor debe ser inolvidable, las casualidades deben volar hacia él desde el primer momento, como las pájaros hacia los hombros de San Francisco de Asis.
(..) Nuestra vida cotidiana está bombardeada por casualidades, mas exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimeitnos a los que se llama coincidencias. Co-incidencia significa que dos acontecimientos inesperados ocurren al mismo tiempo, que se encuentran. (...) La gente no se percata de la inmesa mayoría de esas coincidencias. (...) Es precisamente así como se componen las vidas humanas.
Se componen como una pieza de música. El hombre, llevado por su sentido de la belleza, convierte un acontecimiento casual (la música de Beethoven, una muerte en la estación) en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida. Regresa a él, lo repite, lo varía, lo desarrolla como el compositor del tema de su sonata. (...) Sin saberlo, el hombre compone su vida de acuerdo con la leyes de la belleza aun en los momentos de mas profunda desesperación.
(...) es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar asi que su vida pierda la dimensión de la belleza.

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